Todos estábamos muy ilusionados con esta gran oportunidad que nos daban para aprender y desarrollar un idioma tan difícil y desafiante como es el alemán. Unos durmieron dos horas, otros apenas minutos. Había que estar en el aeropuerto muy temprano, no obstante eso no frenó la idea de cada uno de pasar una de las mejores experiencias que jamás hemos vivido en nuestra vida estudiantil.
Al fin, el vuelo aterrizó en Düsseldorf, estábamos ansiosos por llegar a casa y conocer a nuestros alemanes y sus correspondientes familias. Cansados, conseguimos llegar, unos antes y otros después, con su almuerzo típico caracterizado por la presencia masiva de salchichas, por supuesto, y su posterior siesta, necesaria casi tanto como el comer.
Ese fin de semana lo pasamos junto a nuestras familias, ocasión que aprovechamos para desenvolvernos en esta bonita lengua y así, ir conociéndonos poco a poco. El primer día nos recibieron con muchas ganas, tanto fue el entusiasmo que ¡prepararon una fiesta! Pensamos que nuestros amigos los germanos tendrían un carácter más cerrado y serio, no obstante, para nuestra sorpresa, era justo lo contrario. Reímos, hablamos, compartimos teléfonos… Una noche para recordar.
Empezó el lunes, y con ello la rutina de despertarse diariamente a las 6:00am. Rutina a la que algunos tardaron poco en acostumbrarse y otros quizás algo más. El primer día fuimos a Dortmund, una ciudad bonita llena de tiendas. Allí vimos el estadio de fútbol. Tuvimos mala suerte y lo pillamos cerrado, pero las fotos nos las pudimos echar, que eso siempre importa. Pasamos todo el día de local en local, mientras iban creciendo bolsas alrededor de nuestros brazos y prendas de todos lados.
Avanzaba la semana y nos esperaban otras muchas actividades que hacer. Fuimos a Colonia, ciudad en la cual nos habríamos pasado horas y horas de más. Allí abundaban los comercios de las marcas más conocidas. También encontrámos el río Rihn, y a su lado el gran Museo del deporte, donde compartimos unas buenas partidas de fútbol y baloncesto, dando a conocer nuestras destrezas deportivas.
También recuerdo que fuimos al colegio dos o tres días de dicha semana. Pese a haber estado aprendiendo este idioma unos cuantos años, la fluidez con la que el profesor enseñaba las asignaturas nos lo hacía prácticamente imposible de entender o de seguir la clase. Sin embargo, siempre empleábamos el tiempo de otra manera. Generalmente lo utilizábamos para conversar con otros compañeros e ir conociendo más gente.
Un día fuimos al Klettern Park donde algunos disfrutaron y otros sufrieron de escaladas a gran altura. Fue muy desafiante y muchos cayeron por el camino, la mayoría desertaron nada más empezar. Pero la adrenalina que sentimos al cruzar esos puentes no nos la quita nadie. Anduvimos muchísimo, Herdecke estaba caracterizado por sus caminos inclinados. De hecho, los españoles solíamos sorprendernos al caminar sobre una superficie plana.
Hubo un día en que nos llevaron a la bolera. Fue allí donde todos pudimos enseñar nuestra majestuosa maestría nula en dicho deporte. Pese a que salimos de allí humillados con nuestros resultados, pasamos una tarde jocosa y entretenida.
Llegamos al final de la semana, quedaban pocos días para abandonar este precioso país del que muchos nos hemos encariñado. Recuerdo que estuvimos en un sitio increíble, había que subir mucho para llegar, pero merecía la pena. Las mejores vistas que hemos visto nunca. Desde lo alto de un edificio admirábamos la ciudad entera. Ese domingo fuimos de picnic con las profesoras. Compartimos comida de distintas culturas y, ¡qué de delicias! Fue un momento alegre por estar todos juntos, pero triste a su vez porque tocaba despedirse. Tardaremos siete meses en volver a verles las caras.
Estoy segura de que más de uno quiere volver, de hecho no queremos perder el contacto ninguno. Hemos tenido un intercambio increíble lleno de emociones de todo tipo, viviendo un viaje mágico, caracterizado por sus numerosas aventuras y diversas emociones.
Como conclusión, afirmar que esta maravillosa oportunidad, que nos han dado tanto el Colegio como nuestros padres, no sólo ha servido para mejorar nuestra capacidad para hablar el alemán, sino para ser más abiertos a lo desconocido.
María Oviedo
1º BACH A
We were all very excited with the opportunity we were given to learn and develop such a difficult language as German. Some slept a couple of hours, some merely minutes. We had to be at the airport very early, but that did not refrain anyone from the idea of having one of the best experiences ever in our student lives.
The flight finally landed in Düsseldorf, we were eager to reach our homes and meet our German friends and their families. Tired, we managed to arrive, some sooner than others, with our typical lunch ready and full of sausages of course, then a little nap, totally necessary after eating so much.
We each spent that weekend with our families, taking advantage and managing to communicate in such a lovely language, and slowly getting to know them better. We were received with open arms, so much so, they had prepared a party for us! We had expected our German friends to have a more serious and controlled character, none the less, to our surprise, it was all the contrary. We laughed, talked, and exchanged telephone numbers…. A night to remember.
Monday started, and with it the daily routine of getting up at 6:00 am, routine some found difficult and others even more. We went to Dortmund on the first day, a lovely city full of shops. We saw the football stadium, but we weren’t lucky and found it closed, although we still had our pictures taken, that’s important. We spent the day shop to shop, and bags started multiplying in our hands carrying garments from every place.
As the week went on, many other activities awaited. We visited Colonia, where we could have spent hour upon hour. There were many well-known brand shops there. We also went to the Rihn River and to the Sports Museum next to it, where we played a couple of football and basketball matches, and showed our sporting skills.
I also remember visiting the school two or three days that week. Even after learning this language for some years now, the speed at which the teacher spoke delivering the class made it practically impossible for us to understand or follow. Nonetheless, we spent the time with other things, generally talking to other peers and getting to know more people.
One day, we went to Klettern Park, where some enjoyed and others suffered with heights. It was very challenging and may dropped on the way, many gave up before even starting. The adrenalin rush while crossing those bridges will be with us forever. We walked a lot, Herdecke is known for its slopes, in fact, us Spanish were pleasantly surprised when we walked on a flat surface.
We went to the bowling alley one of the days. It was there we displayed our expertise-not in the sport. Although we left humiliated with the result, we had a fun and entertaining afternoon.
We reached the end of the week, only a few days before leaving the beautiful country many of us had learned to love. I remember being in an incredible place, we had to go up a lot to reach it, but it was worth it. The best sights ever. We admired the entire city from the top of the building. That Sunday, we went on a picnic with the teachers. We shared food from different cultures, delicatessens! It was a joyful moment to be all together, but sad as we had to say goodbye. It will be seven months before we meet again.
I am sure more than one of us wants to go back, in fact, we don’t want to lose contact. We enjoyed an incredible exchange, full of emotions of all types, lived a magical trip, characterised by its numerous adventures and varied emotions.
In conclusion, confirm that this marvellous opportunity, offered both by the School and our families, has not only served to improve our ability to speak German, but also to become more open before the unknown.
María Oviedo
1º BACH A
